domingo, 8 de abril de 2012

Las drogas, debate clave en Cumbre de las Américas

Las drogas, debate clave en Cumbre de las Américas


Por: *Rodrigo Uprimny/Especial para El Espectador


Un posible escenario de legalización será uno de los temas centrales del encuentro de jefes de Estado del continente la semana entrante.

Cartagena, capital de las Américas


La Cumbre de las Américas discutirá la política frente a las drogas. Para ese debate, una perspectiva histórica y comparada es útil, a fin de salir del falso dilema según el cual hay que seguir la “guerra a las drogas” o legalizarlas todas sin restricciones. Hay otras alternativas.
Las políticas nacionales frente a las drogas están fuertemente condicionadas por el marco internacional. Desde la Conferencia de Shanghái en 1909, pero en especial desde la Convención Única de Estupefacientes de 1961, hemos tenido un régimen internacional que prohíbe en forma absoluta la producción y el tráfico de ciertas drogas, especialmente las derivadas del cannabis, la coca o la amapola, mientras que mantiene legales, sin razones sanitarias claras, otras como el alcohol o el tabaco. Es el prohibicionismo, política que reposa en una idea muy simple. Si no hay oferta de esas drogas, no puede haber consumo ni abuso de las mismas. Hay pues que prohibir su producción y comercialización.
Entre la guerra a las drogas y la reducción del daño
Dentro de este marco prohibicionista hay, sin embargo, diferencias significativas, que podrían agruparse en dos extremos: la “guerra a las drogas” (GD) y las “políticas de reducción del daño” (PRD).
Estados Unidos no sólo ha sido el principal promotor del prohibicionismo a nivel internacional, sino que su propia estrategia de GD, declarada por Nixon en 1971, representa el caso extremo. Es una política de “derecho penal máximo”, que a través de una escalada represiva busca eliminar, o al menos reducir muy significativamente, la producción, el tráfico y el consumo de las drogas declaradas ilegales.
Esta GD ha fracasado pues, a pesar del incremento de recursos y sanciones para eliminar la oferta de drogas ilícitas, el mercado se encuentra bien abastecido. Además ha tenido efectos colaterales graves, pues ha llenado las cárceles de Estados Unidos y de América Latina de personas que no han cometido crímenes violentos ni graves: simples consumidores o pequeños traficantes. La criminalización extrema ha agravado también los problemas de salud pública, ya que evita cualquier control de calidad de estas sustancias y hace que los consumidores queden sometidos a las redes de distribución ilegal, lo cual profundiza sus problemas de marginalidad y salud.
Por eso ciertos países, en especial europeos, preocupados por los efectos negativos de la criminalización sobre la salud de sus consumidores, han puesto en marcha otra estrategia, dentro del marco prohibicionista: las PRD.
Para entender las PRD es necesario recordar la distinción entre los ‘daños primarios’, ocasionados por el consumo de una sustancia psicoactiva, como puede ser la cirrosis por un consumo excesivo de alcohol, y los ‘daños secundarios’, derivados de las políticas de control, como puede ser la contaminación por sida de los consumidores de heroína que comparten jeringas, efecto de la criminalización del consumo.
Las PRD no pretenden entonces eliminar a toda costa el consumo sino reducir los daños primarios que ocasionan ciertas formas de abuso de drogas, pero igualmente limitando los daños secundarios, que derivan de las propias políticas.
Las PRD se esfuerzan entonces por evitar la marginación y la estigmatización de los consumidores. Por ejemplo, en Holanda, que ha sido pionera en estos enfoques, el gran tráfico es perseguido, pero se ha despenalizado de facto la distribución minorista y el consumo de la marihuana. El consumidor de drogas más duras, como la heroína, recibe una amplia gama de programas de apoyo, como el suministro de metadona para evitar el síndrome de abstinencia o la ayuda profesional para quien así lo desee. Por su parte, Portugal despenalizó desde 2001 el consumo de cualquier sustancia psicoactiva y fortaleció los programas de prevención y atención a los adictos.
Estas PRD han dado buenos resultados, como lo muestra una comparación entre Holanda y Estados Unidos. Un estudio publicado en 2006 por Douglas McVay, en el libro Drogas y sociedad (Drugs and Society), es contundente. El gasto per cápita en el sistema criminal y la tasa de encarcelamiento son más elevados en Estados Unidos, pero su situación es peor. La prevalencia del sida en Estados Unidos es mayor que en Holanda, que distribuye gratuitamente jeringas a sus usuarios. Además, el consumo de sustancias ilegales en Holanda ha sido menor. Estados Unidos encarcela y reprime entonces más que Holanda, pero tiene más consumidores y en peores condiciones sanitarias.
Igualmente, como lo muestra un estudio de 2009 sobre la experiencia portuguesa, realizado por Glenn Grenwald para el Cato Institute, ese país presenta hoy tasas de consumo menores a las que tenía cuando lo penalizaba y ha presentado desde 2001 una reducción radical de la infección por VIH de sus usuarios de droga.
Más allá del prohibicionismo: entre la regulación y el mercado libre
Las PRD han mostrado avances frente a la GD, pero mantienen la prohibición de la producción y distribución, con lo cual perpetúan el problema del narcotráfico y de las mafias que se le asocian, que es el problema esencial para muchos de nuestros países. Algunos consideran que es necesario ir más lejos y modificar el prohibicionismo, a fin de arrancar a las organizaciones criminales el monopolio que hoy tienen de la producción y distribución de las drogas ilegales.
Una alternativa es optar por un ‘mercado libre’ de estas sustancias, tomando el ejemplo del alcohol o el tabaco hasta hace pocos años. Esa opción evita las mafias y los mercados ilegales, pero sus efectos en salud pública son catastróficos. Por eso nadie serio ha pensado en reemplazar la prohibición por un mercado libre de drogas, en donde cualquiera, incluso un adolescente, pudiera comprar cocaína en el supermercado. Las sustancias psicoactivas, como la cocaína, la marihuana o el alcohol, son riesgosas y pueden producir daños individuales y sociales graves. Un mercado libre de estas sustancias, sin controles estrictos, es inaceptable.
Pero existen alternativas regulatorias, de despenalización parcial, inspiradas tanto en las PRD como en las actuales estrategias de ciertos países frente al alcohol o el tabaco. Para evitar las mafias, habría que admitir la existencia de canales legalizados de producción y distribución para los adultos, controlados por el Estado, y que tendrían características diversas según los tipos de drogas: la distribución de marihuana —la droga menos riesgosa— no puede ser la misma de la heroína, sustancia capaz de producir dependencia física y psíquica. Como el consumo de las drogas no se considera algo conveniente y que deba ser estimulado, sino una conducta tolerada, ese mercado tendría que ser pasivo; se quitaría a las redes legales de distribución toda agresividad comercial: prohibición de propagandas, exclusión de marcas, impuestos altos, etc. En síntesis, no se pretendería facilitar y ampliar el consumo —como en un mercado libre—, pero tampoco se lo haría legalmente imposible, como en un mercado prohibido.
La discusión en la Cumbre de las Américas
La descripción precedente muestra que existen diversas estrategias frente a las drogas. Pero que algunas son inconvenientes, como la GD o el modelo de ‘mercado libre’. Sin embargo, a veces el debate quiere polarizarse entre esas dos alternativas, negando la gama de posibilidades intermedias que existen.
La Cumbre de las Américas no debería entonces dejarse atrapar en ese falso dilema: GD o liberalización total. Un consenso razonable que podría alcanzarse es reconocer que la GD fracasó y que es necesario avanzar a estrategias menos punitivas, que tomen en cuenta las experiencias positivas de las PRD, a fin de evolucionar prudentemente hacia perspectivas regulatorias de salud pública. Una posibilidad sería pensar en la regularización rápida del mercado de cannabis, sustancia menos riesgosa y adictiva que el alcohol o el tabaco, y que esa experiencia sirva en el futuro cercano para definir qué hacer con sustancias más riesgosas como la cocaína o la heroína.
* Director del Centro de Estudio DeJuSticia (www.dejusticia.org) y profesor de la Universidad Nacional.

miércoles, 4 de abril de 2012

EL AGUA

aspectos de la problemática
2.1. REALIDAD PROBLEMÁTICA:

La Tierra contiene aproximadamente 1,4 millones de kilómetros cúbicos de agua, pero alrededor de 97,4 por ciento de ella es agua de mar o agua salada. Alrededor de tres cuartas partes del 2,6 por ciento restante están encerradas en casquetes polares y glaciares. El agua dulce disponible se reduce al 0,001 por ciento del total.

Si dividimos esta cantidad por el número total de habitantes del planeta puede parecer que se trata de una cantidad suficiente para cubrir todas las necesidades fundamentales para la supervivencia humana. De hecho, se estima que, hay agua dulce suficiente para abastecer a unos 20.000 millones de habitantes. Desgraciadamente, no está distribuida de forma pareja, como lo demuestran las extensas regiones áridas y semiáridas existentes. De acuerdo a las estimaciones del Banco Mundial, más de mil millones de habitantes en el mundo no tienen acceso a suministros de agua apta para el consumo y 1.700 carecen de saneamiento adecuado. Garantizar el suministro a esos mil millones de personas requeriría una inversión cinco veces superior a la que se destina a este fin actualmente, es decir unos 50.000 millones de dólares al año.

El abastecimiento de agua urbano cuesta unos 105 dólares por persona y una media de 50 dólares en el medio rural, según la OMS.

El consumo de agua se ha triplicado en el mundo desde 1950. La respuesta a este aumento de la demanda ha consistido, en la construcción de más y mayores obras hidráulicas, sobre todo embalses y canalizaciones de desvío de ríos. El número de grandes embalses, es decir, aquellos que tienen una presa de más de 15 metros de altura, se ha incrementado vertiginosamente en todo el mundo, pasando de poco más de 5000 en 1950 acerca de 38.000 en la actualidad. Más de 85 por ciento de los grandes embalses que existen en la actualidad se han construido durante los últimos 35 años. La ingeniería moderna ha permitido garantizar el suministro de zonas urbanas y rurales pero, según los ecologistas, ha favorecido la degradación de los deltas fluviales y ha propiciado la inminente extinción de especies y humedales.

Durante el Decenio Internacional del Agua Potable y del Saneamiento Ambiental (1981 - 1990) se planificaron programas que permitieron el acceso al agua potable de cientos de millones de personas. En las zonas rurales, la disponibilidad de agua apta para el consumo aumentó a más del doble, y en las zonas urbanas aumentó una vez y media. Por los progresos obtenidos se vieron socavados por el vertiginoso crecimiento de la población en los países en vías de desarrollo.

En 1990, 20 países sufrían escasez de agua. En 1996, ya eran 26 (230 millones de personas), según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El número de países con problemas de agua puede elevarse a 41 en el año 2020. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que de aquí al año 2027, aproximadamente un tercio de los habitantes del mundo sufrirá escasez de agua seria. Las razones para ello son evidentes: la mayor demanda sobre los recursos de agua dulce provocada por las crecientes poblaciones humanas; el empeoramiento de la calidad de los recursos acuíferos existentes debido a la contaminación y las necesidades creadas por la dinámica expansión industrial y agrícola.

Las consecuencias de esta escasez se harán sentir sobre todo en las regiones áridas y semiáridas del planeta, pero también se experimentarán en las regiones costeras en rápido crecimiento así como en la megalópolis del mundo en desarrollo. Muchas de estas ciudades son ya incapaces, o lo serán de proveer agua potable y salubre y servicios de saneamiento adecuados a sus ciudadanos.

La escasez y mala calidad del agua ponen en peligro la salud, el bienestar social y económico, la seguridad alimentaria y la diversidad biológica. Además, agraba las tensiones y conflictos, tanto dentro como entre las naciones. La escasez de agua podría llegar a ser además, en el futuro, la limitación más importante para asegurar una agricultura sostenible.

África disfruta en la actualidad de tan sólo un tercio del agua per cápita de la que disponía en 1960. Este continente es, junto a Asia, aquel donde el agua escasea más y su calidad es peor. Para el año 2000, los cinco países mediterráneos del norte de África (Argelia, Egipto, Libia, Marruecos y Túnez), tendrán problemas de escasez de agua, al igual que los subsaharianos Mauritania, Kenia, Burundi, Ruanda, Botswana, Malawi, Sudán y Somalia.

A la escasez de agua hay que sumar, como problema añadido, su contaminación. La FAO ha advertido en distintos informes de los efectos contaminantes de los plaguicidas y fertilizantes utilizados en la agricultura, que dañan las reservas de agua en superficie y subterránea. Aproximadamente un 80 por ciento de toda la contaminación marina tiene como origen las actividades humanas en tierra, tales como la urbanización, la agricultura, el turismo, el desarrollo industrial, el vertido de aguas residuales insuficientemente tratadas y desechos industriales, y la construcción de infraestructura costera.

En la actualidad, entre el 40 y el 60 por ciento del agua utilizada por empresas de servicios públicos se pierde por causa de filtración o derrame, robo, y rendición de cuentas deficiente. Las redes de tuberías de las grandes ciudades europeas pueden perder hasta el 80 por ciento del agua que transportan a causa de su deterioro. La Comisión Económica para Europa de la ONU evalúa estas pérdidas en unos 10.000 millones de dólares anuales (1.2 billones de dólares).

Sin embargo, por otro lado el consumo se ha reducido, los agricultores que han pasado del riego por surcos o por aspersión a eficientes sistemas de goteo han reducido su consumo de agua entre un 30 y un 60 por ciento, incrementando a menudo simultáneamente la productividad de sus cultivos.

Estos sistema de goteo, pueden resultar demasiado caros para los campesinos más pobres, pero hay investigaciones en curso para lograr abaratarlos.

Alrededor del 80 por ciento de todas las enfermedades y más de una tercera parte de todas las muertes en los países en desarrollo están relacionadas con el agua. Cada ocho segundos muere un niño por una enfermedad relacionada con el agua. Cada año, más de cinco millones de personas fallecen por dolencias vinculadas a su consumo, la falta de higiene en el hogar o defectos en la canalización. Y la diarrea originada en un 30 por ciento de los casos por el agua causando una grave deshidratación y malnutrición, mata cada año a casi 3 millones de niños menores de cinco años, lo que representa la cuarta parte de muertes en este grupo de edad.

Los riesgos para la salud asociados al consumo de agua serán especialmente severos en las zonas urbanas en rápida expansión, donde el crecimiento de la población y la construcción de grandes metrópolis limitará aún más la disponibilidad de agua, según los expertos.

La OMS calcula que la morbilidad (número de casos) y mortalidad (número muertes) derivadas de las enfermedades más graves asociadas al agua se reducirá entre un 20 y un 80 por ciento garantizando su potabilidad y adecuada canalización.

Los patógenos que prosperan en los ambientes acuáticos pueden provocar cólera, fiebre tifoidea, disenterías, poliomielitis, hepatitis y salmonelosis. Se transmiten al beber agua infectada, comer pescado y marisco contaminado, bañarse, nadar o vadear en aguas contaminadas o por insectos y caracoles acuáticos.

Las esquistomiasis mata cada año a unas 20.000 personas, según la OMS. Se contrae al lavarse o bañarse en ríos, lagos o canales infectados. Un gusano denominados esquistosoma penetra por la piel, llega a la sangre y se instala en los vasos sanguíneos de los intestinos o la vejiga causando, por ejemplo, un tipo de cáncer de vejiga que es la principal causa de muerte para los hombres menores de 44 años en Egipto.

La incidencia de la dracunculosis ha decrecido un 97 por ciento desde 1986 gracias a la adopción de medidas preventivas como el filtrado de agua, la desinfección de estanques, la instalación de bombas y la protección de fuentes. La dracunculosis la causa un parásito conocido como gusano de Guinea. La hembra adulta puede medir hasta un metro de largo y dos milímetros de ancho.

El parásito recorre el cuerpo causando enormes dolores, sobre todo en las articulaciones. Finalmente, emerge por la piel, normalmente por los pies, causando edemas, ampollas y úlceras que suelen ir acompañadas de fiebre, náuseas y vómitos. Los afectados pueden infectar los estanques de los que se abastecen las aldeas sumergiendo la parte afectada en el agua.

La erradicación global de esta enfermedad parece próxima, con lo que, con la poliomielitis, se convertirá en una de las escasas enfermedades que pueden darse por eliminadas en el Planeta, categoría en la que entra ya la viruela. Para ello se requiere que no se notifiquen casos en ninguna parte del mundo durante al menos tres años. La OMS certificó, el pasado mes de enero, su erradicación en Pakistán, Irán y otros 19 países, entre los que figuran Brasil y Papúa, Nueva Guinea. Aunque continúa presente en 18 países, 16 de ellos subsaharianos, su retroceso es evidente: en 1986 se contabilizaron tres millones y medio de casos frente a los 120.000 detectados en 1995. La mitad de todos ellos se produce ahora en un solo país, Sudán, cuya situación de conflicto dificulta la erradicación de una enfermedad para la que se precisaría una inversión de unos tres millones de dólares (13 y 16). La dracunculosis sigue siendo una dolencia endémica en el 44 por ciento de las aldeas del país.

Unos 200 millones de personas en Asia, África y Latinoamérica sufren giardiasis, una infección intestinal que se transmite sobre todo por el consumo de agua contaminada por heces. Causa diarrea, dolores abdominales y pérdida de peso. Cada año se registran unos 500.000 nuevos casos, la mayoría en niños.

En la actualidad, el cólera, el tifus y la disentería son raros en los países industrializados. No así en los países en vías de desarrollo, donde cada año se registran unos 16 millones de casos de cólera y 120.000 defunciones por esta enfermedad. Un 80 por ciento de los casos y muertes por cólera se registran en Asia. También tiene una alta incidencia en África y Latinoamérica.

En Estados Unidos, las enfermedades provocadas por microorganismos transmitidos por el agua disminuyeron a una milésima parte durante el último siglo. Aún así, la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. Calcula que las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua cuestan al país unos 9.700 millones de dólares al año. En 1993, la contaminación del suministro de agua de Milwaukee hizo enfermar a más de 400.000 personas, de las que murieron 104. El desastre costó a la ciudad unos 150 millones de dólares.

En 1991 se consideró que el agua vertida por un carguero chino era la culpable de haber introducido la estirpe asiática del cólera en aguas de Perú. Se cree que, después del vertido, las bacterias se propagaron rápidamente en el ecosistema marino, infectando al plancton y llegando hasta la población humana a través del consumo de agua, pescado y mariscos contaminados.

Transcurridos dos años del vertido, se habían registrado más de 500.000 casos de cólera en toda América Latina, 200.000 de ellos en Perú.

La degradación del Mar de Aral ha provocado que cientos de miles de personas padezcan anemia y otras enfermedades debido al consumo de agua saturada de sales y contaminada de sustancias químicas procedentes de los campos de algodón.

De acuerdo a un estudio realizado por Medicus Mundi in Gugerat, un estado situado en el oeste de la India, el agua de los pozos analizados presentaba un alto grado de contaminación fecal, responsable de la alta prevalencia de parásitos en la zona. Se analizó a más de 200 personas y resultó que el 87.3 por ciento estaba infectado con parásitos intestinales. Un 85,3 portaba parásitos patógenos.

Las tendencias que ahora están apareciendo indican que estamos acercándonos a una "crisis del agua" en varias regiones, más notoriamente en el Medio Oriente y en África del Norte, donde la disponibilidad de agua per cápita es de 1.247 metros cúbicos por año, una de las más bajas en el mundo, comparada con 18.742 metros en América del Norte y 23.103 en América Latina. "Es muy probable que en el futuro, las querellas y los problemas ocasionados por la merma de los suministros de agua habrán de constituir una fuente de conflictos entre las naciones", advierte la directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Elizabeth Dowdeswell. Según el Worldwatch Institute, "ni los gobiernos ni la comunidad internacional están para conjurar los disturbios y conflictos exteriores que podrían ser el resultado de que se agrave y generalice la penuria del agua", cuya escasez será, en un futuro cercano, la principal limitación para la producción agrícola en muchas zonas del mundo.

Las cuencas fluviales con más riesgo de convertirse en zonas calientes de hostilidades son aquellas en donde al menos dos países comparten un río cuyo caudal resulta insuficiente para satisfacer toda la demanda y no existe un tratado reconocido por todos los países de la cuenca que rija el reparto. El Worldwatch señala varias "áreas calientes en potencia": el Ganges, el Nilo, el Jordán, el Tigres-Eufrates y el Amu Darya y Syr Darya, en Asia Central.

El acceso al agua para el consumo para los hogares y las actividades agrícolas e industriales de pequeña escala mejora las condiciones de vida en general y puede incrementar de forma notable las oportunidades de los más pobre para aumentar su ingreso, tal como señala Anders Wijkman, administrador adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y miembro del Club de Roma.

El agua genera además, empleo y sustento para millones de personas. El 60 por ciento de los habitantes del mundo depende directamente de los ambientes costeros y oceánicos como una fuente de ingreso de actividades tales como la pesca, el transporte naviero y el turismo. La zona costera y el medio marítimo son, por ejemplo, esferas fundamentales para las economías de los estados litorales de África Occidental. En el año 2.015 se estima que alrededor del 75 por ciento de los habitantes del mundo vivirán en un radio de 60 kilómetros de la costa.

Las mujeres y las niñas de zonas rurales de los países en desarrollo invierten hasta cinco horas diarias en ir a buscar agua de las fuentes, distantes muchos kilómetros de sus casas. Acercar esas fuentes a sus hogares les dejaría tiempo libre para incrementar los ingresos familiares, además de conllevar importantes beneficios para su salud.

Las aguas subterráneas o freáticas son aquellas que se acumulan bajo la tierra, almacenadas en los poros que existen en sedimentos como la arena y la grava, y en las fisuras que se encuentran en rocas. Constituyen el 97 por ciento de toda el agua dulce del planeta, excluyendo el agua contenida en los casquetes polares. Por lo menos 1.500 millones de habitantes en todo el mundo dependen de ella para su abastecimiento de agua potable, por lo que resulta un recurso fundamental para la vida humana y para el desarrollo económico.

Las aguas subterráneas se han convertido en un elemento de enorme importancia para la provisión de agua para uso humano en las zonas urbanas y rurales, tanto en países desarrollados como en desarrollo. Innumerables ciudades obtienen su suministro para uso doméstico e industrial de acuíferos a través de pozos municipales y privados. Casi el 60 por ciento de las ciudades europeas de más de cien mil habitantes consume agua procedente de acuíferos sobreexplotados.

Los agricultores que usan aguas subterráneas para irrigar sus cultivos durante la época seca son cada vez más. En las zonas más áridas, donde las precipitaciones son bajas y difícilmente pronosticables, el agua freática puede ser la única fuente de suministro para todos los tipos de actividad agrícola, incluso para abrevar el ganado Sin embargo, los recursos de aguas subterráneas se encuentran actualmente bajo crecientes presiones a causa del rápido crecimiento de las poblaciones humanas, tanto por la demanda en constante aumento como por la carga contaminante sobre la superficie de tierra. Se están extrayendo cantidades de agua a ritmos insostenibles en muchas zonas, disminuyendo seriamente las reservas. Además, hay una evidencia creciente de que el agua freática está cada vez más contaminada.

Los contaminantes más comunes son el nitrato, la sal, los compuestos orgánicos solubles y, en ciertas condiciones, algunos patógenos fecales.

En el subsuelo africano existen extensos acuíferos no recargables. Sus descensos de reservas se estiman en 10.000 millones de metros cúbicos al año.

El Banco Mundial calcula que la necesidad de una ordenación general de los recursos hídricos en el futuro requerirá una inversión de al menos 600.000 millones de dólares para una amplia gama de inversiones relacionadas con el agua en todo el mundo durante la próxima década. La mayor parte de estos fondos tendrá que ser recaudada por los países mismos, pero una parte de las necesidades de los países en desarrollo, 60.000 millones de dólares, deben provenir del extranjero (el Banco Mundial prestará entre 30.000 y 40.000 millones de dólares de esta suma).

A nivel internacional existe cierto consenso, respecto a los principios fundamentales que han de regir la gestión del agua. Entre ellos figuran los siguientes:

* El agua es un recurso escaso y debe tratarse como un bien social a la vez que económico. Los ciudadanos tendrán que usar el agua de forma más eficiente y contar con pagar el costo real de este recurso precioso. Según el Worldwatch Institute, en términos generales sólo se paga el 15 por ciento del precio real del agua circunstancia que, a su juicio, desalienta el ahorro.

Diversos expertos se han pronunciado a favor de limitar o poner fin a los ingentes fondos públicos que se destinan a subsidiar el agua, sobre todo en la agricultura, que absorbe el 69 por ciento del agua. La producción de una tonelada de cereales, ya cosechada, cuesta unas mil toneladas de agua. De acuerdo a las estimaciones de los especialistas, si el consumo de cereales se mantiene en el nivel actual, en el 2025 serían necesarios 780.000 millones de metros cúbicos de agua adicionales para satisfacer la demanda de la población. Es decir, más de nueve veces el caudal anual del río Nilo. El 23 por ciento de los recursos hídricos, a nivel mundial, se destina a la industria y un escaso 8 por ciento se dedica a usos domésticos. * El agua debe manejarse dentro de un marco general, tomando en cuenta consideraciones intersectoriales. El problemas del agua debe abordarse, pues, desde un enfoque integrado, que vincule la ordenación del uso de la tierra con la ordenación sostenible del agua, reconozca el agua como un bien económico y fomente intervenciones efectivas en función del costo. * La prevención de conflictos generados por el agua requerida, por otro lado, el cumplimiento y desarrollo concreto de las recomendaciones aprobadas en 1991 por la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas: * Informar a países vecinos que compartan masas acuáticas y consultar con ellos antes de emprender actuaciones que pudieran afectarlos. * Intercambiar con periodicidad datos hidrológicos. * Evitar ocasionar perjuicios sustanciales a otros usuarios. * Distribuir de manera razonable y equitativa el agua de una cuenca fluvial compartida. La prevención y la reducción de la contaminación industrial puede ser altamente receptiva a políticas de incentivos bien estructurados, según los expertos, que abogan por el fomento de las medidas que pongan énfasis en la prevención, como son la adopción de una tecnología de proceso eficiente, la minimización de los desechos, el reciclado y la recuperación de recursos. Asimismo, debería promoverse activamente la aplicación de un principio básico: aquel según el cual "quien contamina paga". De esta forma se incrementará el compromiso de municipios, industrias y usuarios. Algunas organizaciones ecologistas apuestan por la aplicación de impuestos verdes o ecotasas a la extracción abusiva de aguas freáticas o de acuíferos fósiles para evitar el agotamiento hídrico. Los ingresos derivados de estas ecotasas podrían destinarse, proponen, al desarrollo de procedimientos sostenibles para subvenir las necesidades hídricas de determinadas regiones. Otra de las alternativas pasa por una reutilización más intensiva del agua. El tratamiento de la aguas residuales es un método hasta ahora muy poco usado, pero se aplica ya para el riego en comarcas de California, India, México y, en especial, en Oriente Medio. En Israel, más del 70 por ciento de las aguas residuales tratadas se utilizan en irrigación, y se estima que en El Cairo las posibilidades de utilizar aguas residuales en el riego en el año 2010. La lucha contra las enfermedades transmitidas por el agua requiere la concienciación de la población interesada sobre la conveniencia de adoptar ciertas medidas preventivas. Las ONGs repartieron en el departamento de Matiacoalí (Burkina Faso) filtros de tela y de grava y tierra para evitar la transmisión de determinadas enfermedades. "Son fáciles de usar, pero apenas se utilizan por comodidad o pereza. Sólo los usa la mujer del pastor protestante. Incluso los altos funcionarios, con formación intelectual, prefieren beber el agua tal cual", apunta Celia Roldán, cooperante de Medicus Mundi en la zona. La construcción de pozos es fundamental para aliviar la situación de escasez que padecen muchos países del Sur. En este sentido, ya se están realizando algunas experiencias como la encabezada por la Organización Keniana Agua para la Salud (KWAHO), que capacita a los equipos de aldea (particularmente a mujeres) para construir y mantener bombas de agua en la región de Kuwale. El Ministerio para el Agua de Kenia costea la perforación de los pozos (cada uno cuesta entre 2.000 y 3.000 dólares) y KWAHO aporta bombas. La comunidad se hace cargo de su mantenimiento, lo que supone unos 12 dólares por bomba. Dado que cada bomba sirve a un promedio de 250 personas y tiene una vida útil de unos 10 años, cada familia paga en torno a seis céntimos de dólar por semana. La iniciativa ha ahorrado largas caminatas a las mujeres y se ha traducido en un importante descenso en la incidencia de las enfermedades relacionadas con el agua. El número de casos de diarrea y vómito han disminuido casi a la mitad. Medicus Mundi Castilla-León está desarrollando en valle de Angar Guten Etiopía, un proyecto de salud comunitaria en el Addis Abbeba. Dicho proyecto comprende, entre otras acciones, la adecuación de los manantiales naturales de agua de la zona para prevenir las enfermedades transmitidas por las aguas contaminadas y la construcción de una fuente que, como suele suceder con este tipo de proyectos, resulta especialmente beneficiosa para la población femenina de la zona, en la que viven en torno a 28.000 personas, ya que les permitirá abastecerse de agua sin necesidad de recorrer largas distancias varias veces al día. Las clínicas adscritas al proyecto venían atendiendo constantemente casos de parásitos intestinales que, sobre todo en el caso de los niños, terminan provocando desnutrición y anemia en una población infantil especialmente vulnerable por los déficits nutricionales derivados de su dieta. Medicus Mundi también ha construido pozos en el departamento de Matiacoalí (Burkina Faso) para abastecer huertos comunitarios cultivados por mujeres.

Entre 1993 y 1996 se construyeron cuatro pozos artesanos para este fin. Cada uno tiene un coste que oscila entre las 200.000 y las 250.000 pesetas. Actualmente están en ejecución tres pozos más a los que se sumarán otros cinco, financiados por la ONG catalana Aigua per al Sahel, que construirá Medicus Mundi. Además, esta organización ha dotado al centro de salud de Matiacoalí de un pozo forage, cuya profundidad garantiza el suministro incluso en épocas secas, y ha construido otro en el departamento burkinabé de Pama, cerca de la frontera con Togo. El coste de este tipo de pozos es de 1.250.000 dólares, aproximadamente. La problemática sobre la distribución del agua constituye un planteo mundial, donde las naciones "ricas" tendrán que apiadarse de sus hermanas pobres, lo que depende del buen sentido común, si es (claro está) que no se interpongan otros turbios intereses.